El choque entre españoles e indios en la zona central de
México, en el siglo XVI, propició una nueva actitud en la población indígena
que mantuvo tradiciones prehispánicas, las que hasta la fecha le proporcionan
un sentido de identidad colectiva, se transformaron los conceptos de propiedad
de la tierra, privatizándola fuertemente, pero se mantuvo la tierra comunal.
Se introdujo el ritual católico, aunque se conservaron
muchas prácticas o creencias anteriores, en el centro de la Nueva España, lo
que hoy es el Estado de México, se manifestó la dinámica entre las dos
categorías de agentes participantes del proceso de transculturación, los indios
y los españoles en su relación productora, social y política.
La formación de esta nueva sociedad constituyó un proceso
largo caracterizado por un movimiento entre lo hispánico y lo indígena durante
los siglos XVI y XVII hasta lograr una nueva clase de cultura producto del
mestizaje.
Esta posición intermedia le permitió conservar los rasgos
indígenas a la vez que recibía la influencia española, al mezclarse ambos, se
logró una sociedad representativa de la conquista espiritual y cultural que
mantiene fuertes rasgos indígenas.
El periodo conocido como la Colonia o Virreinato empieza
en el siglo XVI, cuando los españoles, al mando de Hernán Cortés conquistaron
la antigua México Tenochtitlan.
Así fundaron la Nueva España, nombre que los
conquistadores le dieron a la actual ciudad de México.
Esta etapa empieza estrictamente en el año de 1521,
cuando cayó en poder de los españoles la antigua ciudad de México-Tenochtitlan,
y termina en 1821, año en el que se declaró la Independencia de México.
La importancia de la época de la Colonia es determinante
tanto para la historia de nuestro país como nación independiente como para la
historia de todo Occidente, ya que, a partir de ese momento, América entró a
formar parte del mundo que hasta entonces conocían los europeos.